lunes, diciembre 22, 2008

Con pila nueva

Aún con cerros de trabajo por hacer el fin de semana no capturé ni una letra, y aunque tampoco me quedé en cama hoy me siento con mucha más energía.

Ni modo a seguir dándole a la chamba, al menos ya no me siento tan agobiada.

Ahora si de regreso a postear

***

El centro de la ciudad de México tiene extraños efectos en mi. No puedo pasear por sus calles sin que se revuelvan en mi mente y en mi estómago tantos recuerdos.

Recuerdos felices, recuerdos desdichados, recuerdos que no puedo clasificar, sueños rotos, proyectos fracasados, planes cumplidos, metas alcanzadas, sonrisas amargas, lágrimas de alegría y caras, tantas caras que me miran desde los aparadores tal como me he mirado yo misma a lo largo de los años.

Cada que ando por el centro sola me olvido de lo que iba a hacer y me dedico a deambular sin rumbo fijo, saboreando a cada paso un torrente de recuerdos que me llevan a cambiar el paso al compás de las memorias.

La cantidad de gente en estas fechas lejos de molestarme me anima, me gusta mezclarme en el tumulto (mientras no sea exagerado) y dejar que la marea humana guie mis pasos... deternerme frente a una escultura humana, huir de los organilleros, asomarme a los escaparates, escudrinar las fachadas coloniales.

Y me veo y veo a muchos de mis habituales acompañantes en estos paseos como fantasmas, la mente me engaña y creo reconocer a alguno o a otro en una esquina atestada de gente, pero cuando volteo ya no está ahí, quizá nunca estuvo, quizá fue solo una idea.

El viento helado revuelve mi cabello y recuerdo a alguno que tenía esa mala costumbre, me preguntó que habrá sido de su vida, si alguna vez se acuerda de mi por esas calles... mis memorias se ven interrumpidas al llegar a las calles de artículos fotográficos, me recuerdo como mula de carga con bultos de los materiales necesarios para el fotoclub, recuerdo las prácticas, los viajes y a mis alumnos y a aquel que me metió en ese mundo.

Paseo por librerías y recuerdo como alguien detenía mi brazo para entrar en cada una de ellas, como hablaba consigo mismo convenciéndose de que libro comprar y como lo observaba yo completamente perdida es unos ojos oscuros que jamás expresaron nada.

Llego a la Alameda y pienso en la cantidad de paseos dados por esa zona, la cantidad de veces que me senté a llorar desconsolada en una de sus bancas y las veces en las que en compañía de uno pasaba velozmente sumbo al tianguis del cómic.

Se me acaba el tiempo y no compré nada de lo que quería comprar, pero salí tan cargada de memorias que no encontraría lugar para más equipaje. Las memorias (por más firmes o hermosas que sean) no se dejan envolver como obsequio, así que sigo sin resolver un par de regalos especiales... al tiempo

4 comentarios:

AndreaLP dijo...

Sé de lo que hablas porque me pasa lo mismo. Ahí hay recuerdos y vivencias que reviven en cada paso.

Un abrazo y felices fiestas, qué bueno que estás mejor.

marichuy dijo...

Alletta

Que bueno que ya se te recargó la pila; hay que cerrar el año con enjundia.

Un abrazo

PS Yo estoy también estaré trabajando

Exenio dijo...

Ya somos mucho más que-dos...

Alletta dijo...

andrealp: Felices fiestas :D abrazo y beso

marichuy: pues si la verdad yo creo que hay que cerrar el año con energía, no puede uno arrastrarse al final, eso lo dejo siempre a la mitad xD
Y bueno si nos toco venir a la oficina que ni piensen que trabajaremos xD 8si como no.. :S)

exenio: :D pero somos pocos