jueves, diciembre 30, 2010

Se va el 2010

Seguramente mañana no tendré oportunidad de escribir el último post del año, así que en este momento de tranquilidad lo hago hoy.

El año que termina será recordado por esta tecleadora como uno de los años que más me han marcado por muchas razones. Un año intenso, fuerte, feliz y trágico. Un año de reinvenciones, de dolorosos errores y maravillosos aciertos. Un año al que no sé si recordar con tristeza o con emoción. Un año tan lleno de cosas como hacía mucho no vivía.

Durante 2010 conocí a muchísima gente valiosa, la gran mayoría sacaditos de la red. Grandes compañeros de 'jodencia' que se convirtieron en amigos entrañables, en cómplices y confidentes.

El par de viajes que realicé durante el año me cambiaron la forma de ver la vida de una forma importante. En ambos descubrí verdades dolorosas, a veces quienes están más cerca de ti son precisamente esos que están físicamente más lejos de ti.

Conocí lugares espectaculares, me emocioné casi hasta las lágrimas en algunos puntos, llegué a sitios que había deseado conocer por años y a otros que nunca me llamaron la atención pero me conquistaron sin dudas.

En 2010 leí historias que atraparon mi alma, comparti libros que dejaron huella en alguien más, descubrí canciones que pintaban mi historia, vi películas que erizaron mi piel.

Fue un año de reinventar lugares, de redescubrir sentimientos, de cobrar revancha por asuntos de un pasado remoto y de perdonar ofensas acumuladas.

En 2010 perdí mi trabajo, perdí mi fe en algunas personas, perdí algunos de mis sueños pero reencontré mi capacidad de asombro, mi emoción por las cosas simples.

A principios de año llegaron a mi vida Barrel y Holly, un par de pelusas dramáticas y latosas que junto con Seki mantienen mi vida llena de amor incondicional y muchas, pero muchas travesuras.

Durante 2010 corrí emocionada a librerías de viejo, caminé viendo el lago, bebí cerveza con amigos de toda la vida, recorrí con ganas el centro histórico, disfrute del metro aquí y en Washington, volví a voltear a ver las estrellas, me congelé viendo un eclipse lunar, me robaron mi zarza, estuve en lugares horrendos de la ciudad pero también en los mejores barrios, vi el mundial rodeada de antifutboleros, volví a usar lentes, dije tantas cosas sin usar palabras y descubrí tantas otras en ojos ajenos, amé, fui amada, fui odiada, fui perdonada, perdoné, fui rechazada, soñé, viví.

Y aunque este año que se va me deja mucho dolor, le reconozco que me haya hecho vivir nuevamente, sentir con intensidad dolor y alegría. 

Va un brindis por todos aquellos que durante este año llegaron a mi vida... y va otro también por aquellos que se fueron de ella.

Les deseo que el 2011 sea un gran año para todos, que sea también un año lleno de vida, pero esperemos que esta vez venga más cargado de cosas buenas que de malas.

"No te quedes en la estación viendo el tren partir, si ves tus sueños asomados por la ventana, corre, aborda el vagón, recuerda que hay trenes que no tienen regreso."

martes, diciembre 14, 2010

Brrr las 'quesadillas' :S

Lo reconozco, ayer tragué como si no hubiera mañana y la consecuencia lógica fue que tuve sueños inquietantes anoche. 
A veces me despierto contenta, sin recordar mi sueño, pero sabiendo de algún modo que fue un sueño feliz. Pero invariablemente cuando tengo 'quesadillas' las recuerdo claramente, a veces por varias horas... justo eso me pasa hoy.
Recuerdo un pueblo con mar, un lugar hermoso. Conocía a un chico encantador con unos ojazos verdes increíbles, simpático y divertido. Después de estar jugando inocentemente en la orilla hablaba de ir a una isla cercana en la que tenía una cabaña para desde ahí ver el atardecer. Subimos a una lancha y nos dirigimos a la isla. 
Y es entonces cuando comienza a volverse inquietante. Los brillantes colores del mar, el cielo, los árboles y las casas se van perdiendo mientras nos acercamos a la isla (recordé rainbowbrite xD) y comenzaba a hacer uno de esos fríos que te hielan hasta los huesos. Yo volteaba a ver a mi acompañante y estaba completamente pálido, con los ojos fríos y la sonrisa congelada. Me empezaba a sentir inquieta.
Al llegar a la isla no había ni rastro de color. Yo que iba vestida para clima tropical me estaba congelando. Mi 'galán' me abrazaba pero sus brazos eran como trozos de hielo.
Caminamos hasta la orilla para ver el atardecer, pero un atardecer sin sus colores pierde buena parte de su chiste. De pronto volteaba y estaba en medio de un terreno baldío, llena de polvo y sola. Siluetas humanoides semitransparentes me rodeaban y yo sentía el frío que desprendían. Comenzaba a soplar un viento muy fuerte que levantaba la tierra a mi alrededor y me irritaba los ojos. Yo quería llorar y no podía, ya no podía llorar y tenía la seguridad que no podría llorar nuevamente.
Entonces aparecía un rostro familiar, me dedicaba una sonrisa cínica de esas que te duelen por años y desperté.
Desperté con ganas de llorar y sin poder hacerlo :(

lunes, diciembre 06, 2010

Hacer posible lo imposible.

Es sorprendente la cantidad de cosas que podemos hacer cuando no sabemos que no tenemos la capacidad de hacerlo. Cuando simplemente nos aventamos al vacío con los ojos cerrados y los brazos abiertos para remontar el vuelo, un vuelo que termina justo en el momento en el que abrimos los ojos, volteamos hacia el piso y nos damos cuenta que no tenemos alas y de que es imposible que volemos. En ese momento dejamos de 'caer con estilo' y nos desplomamos hacia el piso.

Creo que no hay mejor ejemplo de ello que el primer amor. Cuando nos enamoramos por primera vez lo entregamos todo, de forma absoluta, sin reservas, damos más de lo que tenemos y nos volcamos en el otro. Como nadie nos ha dicho que no podemos hacer eso,  simplemente lo hacemos.

Del primer amor se pueden escribir muchas cosas, por lo general es motivo de las más grandes alegrías, las más intensas pasiones y los más terribles dolores. Ya después nada es igual.

Para muchos el primer amor se da cuando somos muy jóvenes, eso marca definitivamente nuestras relaciones posteriores, a veces para bien y otras para mal. En algunas ocasiones el primer amor llega tarde, quizá sean esas personas las más afortunadas.

Cuando va pasando el tiempo y vamos acumulando conocimientos y experiencias es cada vez más complicado que hagamos algo, así, sin saber que no podemos hacerlo. Procuramos anticipar la razón al instinto y vamos acotando cada día lo que sabemos que podemos hacer sin intentar lo que no tenemos seguro. Llegamos a una zona de confort y nos estacionamos ahí mientras vemos pasar la vida.
El fin de semana vi a mis hermanitos del kinder-primaria, en algún momento me quedé aparte con uno y medio en susurros hablábamos de nosotros. Nos vimos a los ojos y comprendimos que nos entendemos muy bien, hay cosas que hablamos, pero hay otras que sabemos sin necesidad de expresarlas. En sus ojos claros vi reflejada a la que fui hace muchos años, a la jovencita que pensaba que el mundo no tenía fronteras y eso me sacudió.

Después de eso he estado pensando en muchas cosas, muchas personas y muchos fantasmas se han hecho presentes en mi mente. Pero si hay algo que no ha dejado de dar vueltas y vueltas en mi cabeza es un recuerdo tonto de hace muchísimos años:

Él estaba echado en la hierba, yo a su lado con la mitad de mi cuerpo y mi cabeza sobre él para evitar mi alergia al pasto, nuestras mochilas a un lado. El clima tibio, ni un calor sofocantes ni un frío insoportable, la brisa de la tarde nos acariciaba. Nos quedamos dormidos, no sé cuánto tiempo. Él despertó primero, a mi me despertaron sus manos acariciándome el pelo. Abrí los ojos y volteé a verlo. Ambos sonreímos. Él me dijo: "No sabes cuanto me gustó que al abrir los ojos lo primero que vi fue a ti". Nos besamos.

Fue la única vez que nos vimos despertar. Claro en ese momento yo pensaba que en el futuro despertar al lado de él sería lo normal. Pensaba que todo era posible, que estábamos juntos y nada más importaba. Siempre he pensado que ese es mi recuerdo más feliz. Ese que evocaría para llamar a mi patronus. El momento por el que todo siempre había valido la pena. Es un instante detenido en el tiempo, un instante en el que yo pensaba que cualquier cosa era posible, un momento en el que éramos eternos y sentíamos que lo nuestro sería eterno. Poco tiempo después, muy poco, terminamos. No hubo eternidad juntos ni guerras ganadas. Sólo quedaron recuerdos.

Con el paso de los años ese recuerdo se volvió lo más importante. Al principio volvía a él con ira, maldiciendo mi ingenuidad y estupidez, quizá eso ayudó a que se grabara de forma permanente en mi mente mientras tantas otras memorias se perdieron para siempre. Después de algunos años ese recuerdo se volvió el símbolo de todo lo bueno que tuvo esa época. Mi momento feliz, el momento en el que no consideré ningún factor externo para crear una certeza. Hoy, ese recuerdo es mi ancla y mi vela. Resultó, que después de todo fue real pues es eterno, sigue acudiendo a mi cuando lo llamo, sigue envolviéndome por completo. Ese par de jovencitos echados en la hierba son eternos aunque ya no existan. No sabían que podían volverse eternos, no sabían que estaban sujetos a las reglas del tiempo y del espacio y como no lo sabían hicieron posible lo imposible y hoy flotan, en el infinito, intocables por nada, viéndose con los ojos recién abiertos y sonriendo.

Quiero volver a intentar algo que no sea capaz de hacer sin saberlo, quiero volver a demostrarle al mundo que el imposible es sólo un punto de vista.