miércoles, diciembre 11, 2013

Así yo también me salto...

Pues retomo, este mi blarg, para entrar a uno de los temas de moda: el aumento de $3 a $5 en la tarifa del metro. A pesar de que de un par de años para acá ya no es mi principal medio de transporte durante muchísimo tiempo lo fue y le tengo un cariño especial. Arrancamos.

Ya se ha dicho mucho que a nadie le gusta que le aumenten los precios de los bienes y servicios que consume, mucho menos los impuestos, pero tenemos que entender que son molestias necesarias si queremos contar con productos y servicios de calidad.

El problema no es en sí el aumento, el problema es que muchos no vemos una adecuada administración de los recursos existentes y eso nos genera tremenda inquietud en relación a la forma en la que van a ocupar el excedente recaudado con esta medida.

Una máxima en administración es primero aprovechas al 100% tus recursos y capacidad instalada y luego exiges más... no que te esperas a que te coma la demanda para empezar a pensar el siguiente paso, ya debes tener planeado qué vas a hacer y cuándo lo vas a hacer, y ese cuándo es justamente cuando ya lo que tienes no sea suficiente (obvio considerando tiempos de implementación, pruebas, etc.)

En lugar de gastar recursos en una encuesta en la que nadie confía, le hubieran invertido esos pesitos en limpiar la imagen del metro, que el usuario final viera que mínimo hacen el esfuerzo de mejorar las cosas, creo que con eso el apoyo sería mayor al que lograron con su encuestita.

Y justamente con ese tema hace casi un mes tuve un simpático intercambio de tweets con el @STCMetroDF, mismo que pueden disfrutar aquí:


En resumen, lo que yo alegaba era que antes de pedirnos apoyo para el aumento de la tarifa ellos sacaran a los ambulantes, vagoneros y bocineros. Que no son sólo molestos, desde mi punto de vista también son un riesgo de seguridad enorme.

Imaginemos la situación de una emergencia en alguna estación de las tranquilitas, de esas sin mucha gente, sin mucho conflicto, digamos Cuatro Caminos. Hace lustros, cuando yo comencé a usar el metro, los túneles de acceso desde los paraderos de microbuses en Cuatro Caminos eran amplios, aún así en hora pico siempre estaban hasta la madre, te aventaban y estaban medio sucios. Hace un tiempo, descubrí con horror que esos amplios (aunque insuficientes) pasillos habían sido invadidos ya no con los ambulantes que extendían sus plásticos ofreciendo mercancías de baja calidad y dudosa procedencia sino con estructuras de puestos fijos. La reducción de espacio fue drástica, peor porque no se eliminaron los ambulantes de puestos de huacal y plásticos sino que se aumentaron estos comerciantes digamos más formales... a esto le sumamos que ellos usan los locales como bodegas y extienden su mercancía por el pasillo, disminuyendo aún más el área libre para circular. Además está la gente que se para a comprar y estorba que prácticamente no deja espacio para pasar. Como decía más arriba, no quiero imaginar el nivel de la tragedia en caso de un accidente y que los usuarios no puedan desalojar de forma rápida y segura.

Cuando estaba en la uni me subía al metro, escuchaba mi música y leía mientras atravesaba de Cuatro Caminos a Universidad, para mí era el mejor sistema de transporte y con todo y sus problemas la experiencia general como usuario era buena. Hoy, mi experiencia se parece más a subirme al vagón con audífonos puestos, que se me pare al lado un bocinero con su escándalo que no me deja escuchar ni mis ideas y que tenga miedo de pedirle que le baje el volumen porque se ponen violentos, ver a la autoridad que debería evitar el ambulantaje comprando piratería o pidiendo su mochada, no poder ni caminar en algunos tramos no por la cantidad de gente sino por la cantidad de ambulantes que además te reclaman si saltas sus puestos.

Aunque no estoy de acuerdo con el aumento a la tarifa, al menos no hasta que quiten a los ambulantes, tampoco coincido con quienes se están organizando para el #PosMeSalto. Me parece que el abuso y el agandalle no se combate con más abuso y agandalle. Yo le haría un par de modificaciones a la dinámica de la protesta, pero estoy segura que nadie me haría caso. Aún así, este es mi espacio y desde aquí puedo darme el lujo de arreglar el mundo... o al menos intentarlo.
  1. Dejar sobre el torniquete los $3 del boleto actual, se está protestando contra el incremento del pasaje no contra el cobro del mismo.
  2. Saltar (de ser posible con gracia, vamos haciendo más agradable el mundo) el torniquete. 
  3. Respetar al personal del metro, guardias, taquilleras, conductores, jefes de estación, intendencia, etc. Ellos no tienen la culpa del incremento, seguramente sus condiciones tampoco van a mejorar, no hay razón para insultarlos, están haciendo (bien o mal) su trabajo.
  4. Presionar a los guardias para retirar a los ambulantes, exigirles que hagan su trabajo. Acompañarlos y respaldarlos porque ya sabemos que la mafia de ambulantes es muy violenta. 
  5. Recoger la basura que veamos en estaciones y trenes.
Digo, porque está muy padre rescatar al metro de los abusos de la autoridad pero ¿por qué no rescatarlo también de la mafia de ambulantes? ¿por qué no rescatarlo también de los usuarios cochinos?

Ya sé, estoy soñando, pero si eso se hiciera yo también me salto, saco ambulantes y limpio el metro. Que no quede sólo en berrinche estéril, que se vea que nosotros también estamos dispuestos a hacer algo para mejorar el servicio.

viernes, marzo 08, 2013

Soy mujer y no tengo nada que festejar…

Realmente me molesta el revestimiento de brillo superficial con el que han bañado esta fecha. Hombres y mujeres igual de idiotas felicitando a las hembras por el gran logro de haber nacido con dos cromosomas X en lugar de uno X y uno Y. Felicitándolas por un simple accidente genérico en el que nada tuvieron que ver, olvidando por completo que el sentido de este día es evidenciar el gran camino que como sociedad nos falta por recorrer para alcanzar equidad de derechos, oportunidades y obligaciones.

Y hablo de equidad, no de igualdad, porque hombres y mujeres no somos iguales, de hecho ni siquiera entre mujeres podríamos hablar de igualdad. La justicia no es darle a todo mundo lo mismo, es darle a cada quien lo que se merece, lo que puede lograr teniendo las mismas oportunidades, un arranque parejo.

Pero ¿por qué estoy tan enojada con los que felicitan? Quizá contando unas cuántas historias les quede más claro no sólo mi 'lucha' sino también mi enojo.

En mi primer trabajo se resistieron muchísimo para contratarme a pesar de estar MUCHO más capacitada para realizarlo en comparación con el resto de los candidatos, el gran problema era que era mujer y no querían que distrajera al resto de los ingenieros. Al final me contrataron, tiempo después me enteré que yo ganaba menos que mis compañeros, por supuesto menos que mi antecesor pero realizaba no sólo las mismas labores que ellos, adicionalmente revisaba la redacción y la ortografía de todos los manuales porque en eso era mucho mejor que el resto del equipo, también apoyaba a coordinar la agenda de mi jefe porque era mucho más organizada para eso que le resto del equipo y varios detallitos más. Así que fui a preguntar la razón de que yo ganara menos, esperaba que me dijeran que era un asunto de antigüedad o de que ellos estaban titulados y yo no (pretextos idiotas si consideramos que los resultados que yo ofrecía eran superiores a los del resto) pero jamás me esperaba la respuesta que recibí y que cito textual:
"Es que ellos son hombres y tienen que mantener a su familia, además pues tú tienes esposo que te mantenga, no necesitas ganar lo mismo…"
Sobra decir que al poco tiempo y por varios factores renuncié a ese empleo.

En otro empleo fui víctima de acoso sexual por parte de un pendejo que se creía que por estar bien parado con el jefe de mi jefe tenía derecho a andar presionando a cualquier mujer que trabajara ahí. Al principio sólo era demasiado 'amable', poco después comenzaron las insinuaciones de que tenía suficiente poder para ayudarme a obtener un mejor puesto o para que me corrieran si no era buena onda. Me acorralaba en la impresora, entraba a mi oficina sin avisar, saludaba efusivamente con abrazos que no eran correspondidos. Cada vez se volvía más incómodo, poco le importaba que mi marido fuera a recogerme algunos días o que yo le dijera que no estaba interesada en enredarme con él. 
Un buen día me despidieron, mi jefe me comentó que él no estaba de acuerdo con la decisión pero que su superior le había pedido específicamente mi cabeza alegando un recorte de gastos, mi jefe le ofreció recortar a otras 3 personas que no eran tan eficientes y cuyos salarios sumados eran superiores a lo que yo ganaba y no acepto, a la voz de un "tú no estás entendiendo, a la que vamos a despedir es a ella" se cerró la charla y yo quedé fuera. Pocos días después una excompañera me contó que el acosador ese le preguntó que si ella sí iba a ser buena onda con él o quería que la corrieran igual que a mí.

Esas experiencias y algunas menores me hicieron prometerme que de algún modo tenía que ayudar a que otras mujeres no tuvieran que pasar malos ratos simplemente por ser mujeres e hice lo único que estaba a mi alcance, tratar de mejorar las condiciones de aquellas mujeres que estuvieran cerca de mi área de influencia.

La señora Margarita, que trabaja para mi madre limpiando su casa, fue mi primer objetivo. Esa mujer ha sufrido lo indecible por culpa tanto de autoridades insensibles y poco éticas como por asuntos ajenos al control de cualquiera.
Hablando con ella acerca de lo complicado de su situación patrimonial le recomendé que se acercara al instituto de las mujeres naucalpenses para tramitar su divorcio necesario del fulano con el que se casó pero que la abandonó hace años con el fin de que pudieran poner a su nombre la casa que estaban comprando y que el tipín este no quisiera pelear más adelante 'la parte que le correspondía por estar casados por bienes mancomunados'. Su hija tenía una situación similar, así que ella también comenzó los trámites. Al principio tuve que guiarlas paso a paso pues al verlas poco preparadas y de bajos recursos muchos vivales querían abusar de la situación. Después de un tiempo y con la falsa tranquilidad de que ya habían arrancado los trámites me desconecté del tema, tenía demasiadas cosas que me mantenían ocupada y eventualmente lo olvidé.
Hace poco la hija murió, en los brazos de la madre en la puerta de un hospital en el que se negaron a atenderla porque "ya viene muy grave y no está registrada". Y comenzó otra pesadilla.
Me enteré que nunca terminaron el trámite del divorcio necesario, que ya sólo faltaban los últimos pasos  pero les ganó la desidia, era perder tiempo y dinero en dar vueltas y vueltas y lo fueron dejando pasar. Ahora no le quieren dar el dinero de la ayuda para gastos funerarios a los hijos o a la madre de esta chava, sólo se los entregarían al esposo (que sepa la madre dónde esté) y Margarita prefiere que se pierda antes de que se lo den a un tipo que no hizo nada ni por su esposa ni por sus hijos. Al comentarle que debería acercarse al instituto nuevamente su respuesta me deja fría. No va porque no la tratan bien, los trámites son complicados y no se los explican correctamente lo que se traduce en vueltas innecesarias, ella que vive al día no puede darse el lujo de no trabajar un día, porque día que no trabaja día que no le pagan. 

También está la historia de la 'profesionista exitosa', guapa, inteligente, talentosa, felizmente casada con un hombre atractivo y trabajador, un buen partido. Muchísima gente 'envidia' su vida perfecta, su buen trabajo, su casa bonita, su adorable familia. No dejan de repetirle que ella "no tiene nada de qué quejarse, que su vida es perfecta y que debe estar agradecida". Lo que la gente no sabe es que detrás de esa fachada perfecta hay una mujer maltratada, víctima de la violencia física y emocional. Una mujer que tiene demasiado miedo para hablar porque sabe que nadie va a creerle y no cree tener suficiente fuerza para enfrentarse a todo eso sola. 
Y es que la gente piensa que sólo le pegan a las mujeres pobres e ignorantes que se dejan porque no les queda de otra, porque si se alejan del fulano se mueren de hambre; que ella, tan inteligente y exitosa no tendría que soportar nada de eso. Lo que no saben es que antes de llegar a la violencia física le destruyeron la autoestima y la confianza en su capacidad minimizando sus éxitos, la convencieron de que sus logros fueron circunstanciales y poco importantes, que lo que ha conseguido se puede perder en un segundo porque no es suficientemente buena para conservarlo, que es lo que es gracias al apoyo de aquel al que un mal día no le bastaron las palabras y las humillaciones y pasó a la violencia física. Ella aterrada no supo que hacer, pensó que nunca volvería a ocurrir y no dijo nada… pero volvió a ocurrir, en repetidas ocasiones, cada vez más seguido y cuando ella pidió ayuda no le creyeron así que se reafirmaron todas esas ideas y se acostumbró a vivir así, a vivir con miedo que no es vivir, a sobrevivir.

Yo no tengo nada que festejar, voy a festejar el día que no nos pidan una prueba de embarazo para contratarnos, el día que a trabajos iguales obtengamos remuneraciones iguales, el día que las empresas entiendan que los hijos no son sólo responsabilidad de las madres y otorguen los mismos permisos de 'cuidados maternos' a padres que los soliciten (y con esto dejen de querer contratar hombres porque es menos complicado), el día que no se culpe a las mujeres de que un idiota les falte al respeto o abuse de ellas 'por su forma de vestir o comportarse', el día que dejen de sacar a las niñas de la escuela porque ellas no necesitan estudiar, el día que no exista más mutilación genital femenina, el día que dejen de justificar las golpizas y asesinatos a mujeres por parte del marido cornudo, el día que dejen de tratar como apestadas a las mujeres que deciden hacer con su vida algo distinto a lo que todo el mundo espera de ellas, el día que una mujer pueda decidir ser ama de casa o ser profesionista porque ella así lo quiere sin tener que cubrir los roles que otros les imponen, el día que ser madre o no serlo sea una decisión libre por parte de la pareja, el día que no se requiera un transporte público especial para las mujeres porque somos respetadas en cualquier espacio, el día que dejemos de decir que es más difícil ser mujer en un mundo de hombres.

Y no nos engañemos, ser mujer no es ningún logro, no por ser mujer eres una maravilla de la creación. Hay mujeres ojetes, desgraciadas, hijas de la rechingada, mujeres que disfrutan jodiendo al prójimo, mujeres que tratan peor a las otras mujeres que muchos hombres, mujeres que merecen ser señaladas del mismo modo en que se señala a los hombres abusivos. Hay mujeres que explotan su condición de mujer para obtener beneficios, para 'chingarse al hombre' y eso tampoco es equidad.

Yo no tengo nada que celebrar, para mí hoy es el recordatorio de todo lo que tengo pendiente. Para mí hoy es un duro recordatorio de que Margarita y muchas mujeres como ella necesitan de nuestro apoyo, que si nosotros tenemos situaciones más favorecedoras es nuestra obligación emparejar el terreno.