Lo vi por los cristales, salté las mesas y sillas que nos separaban. Agité mi mano para llamar su atención. En el momento que nuestras miradas chocaron el mundo se detuvo un segundo, sendas sonrisas iluminaron nuestros rostros y corrimos a abrazarnos.
18 años resumidos en un abrazo que sin palabras lo dijo todo, esa mirada profunda que quería contar tantas cosas y palabras que no salían... un abrazo más.
Después de pocos minutos nos sentimos tan cómodos que poco importaba el tiempo, la distancia y las circunstancias que nos habían separado hace tanto.
La última vez que lo vi fue en mis quince años, recuerdo vagamente que no se quedó a terminar la fiesta, la situación ya era tensa. Después de ese día no volví a verlo pero nunca olvidé su rubia melena y esos ojos adornados con la chispa de ser tremendo.
Cuando dejé de verlo era un niño, yo solamente una adolescente despistada, hoy me encontré frente a un hombre completo, padre de 2 larvas enormes y aparentemente feliz.
Puede parecer una pendejada, muchos dirán que el amor se da con la convivencia, yo estoy segura que la sangre llama, que nos reconocemos como seres queridos a pesar de todo lo que hay en contra.
Hoy volví a verlo, a perderme en sus abrazos y a repetirle muchas veces cuánto lo quiero. Fueron menos de 5 horas que compartimos antes de que partiera su avión, pero en pequeños detalles reconocimos cuánto nos parecemos, cuánto queremos recuperar. Primo, que no pasen otros 18 años para volver a abrazarte.
3 comentarios:
Totalmente de acuerdo, el tiempo no importa cuando te identificas con alguien.
creo que puede haber ondanadas de distancias , corrdenadas no previstas y hasta latitudes distintas pero el cariño ahi esta
:)
esos abrazos como se saborean
no?
El tiempo es incapaz de borrar los lazos fuertemente sustentados.
Bien por tu sangre que tiene la facultad de dividirse en otros seres y volver a ti de tanto en tanto.
Que esos encuentros sean más frecuentes y siempre se vivan con la misma intensa alegría.
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