Hoy justamente estoy a 8 días de lanzarme de vacaciones, sé que debí dedicar el día a hacer maletas y terminar algunos preparativos... pero no pude.
Vivo muy cerca de un lago (en mi chaletcito a la orilla del lago) y hoy pasé casi todo el día en las zonas no urbanizadas de la orilla.
Caminé y caminé y mientras mis pasos se alejaban de los caminos pavimentados mi mente también se adentró a veredas casi intransitadas, a esos recuerdos que llevo tanto tiempo haciendo a un lado.
Me perdí en agridulces recuerdos conteniéndome a ratos para lanzar un grito desde el alma. Mis ojos se inundaron mientras el viento alborotaba mi cabello.
En algún momento me sentí acompañada, junto a mi deambulaba un fantasma, pálido como la luna llena, ojeroso y pensativo. Ahí a mi lado paseaban mis miedos y mis culpas, mis hubiera y mis sueños rotos. A ratos quería fundirme con él y otros deseaba hundirlo en el agua. Y en mi silencio lo escuchaba, era a su vez los demonios de alguien más y eso me hacía sentirme menos sola. El viento secaba las lágrimas que recorrían mi cara mientras intentaba entenderlo todo desde los ojos de una tercera persona.
Las almas se unen en los momentos de dolor y desesperación, en esos momentos en los que sobran las palabras pero las miradas bastan. ¿Puedes estar cerca de alguien que esté lejos?
Comencé mi paseo sintiéndome sola y abrumada por el paisaje que me devoraba, lo terminé tranquila, serena, sentada junto al fantasma del lago.
Los fantasmas no son reales, pero sentí la tibieza de sus brazos que me estrechaban, que me asían a este mundo real. Me perdí en sus ojos de tierra y pasto queriendo encontrarme en su interior. Dejé que su voz de viento me contara su propia historia, su propia tragedia para acompañarme en mi dolor. Poco a poco el dolor se fue apagando, fui regresando a mi realidad. Todo había pasado hace tantos años ya.
Volví a mi casa al caer la tarde, escribo esto con una copa de tinto a un lado, cerrando los ojos a ratos y pensando en mi fantasma del lago. Ese de piel de luna, ojos de tierra y pasto y voz de viento. Deseando que cada que la nostalgia me ataque siga aquí, tan a la mano, tan cerca, tan mío. Queriendo creer que el fantasma necesita una realidad para existir, y que me elige a mi como la realidad que lo ata a este mundo, en este momento.
¿Acaso el fantasma desde su 'realidad' sentirá lo mismo que yo con la 'presencia' morena (casi verde) de mirada oscura? ¿Acaso somos necesarios para los personajes de ficción? ¿Acaso hago mal en aferrarme a lo efímero de un fantasma? ¿Acaso es el inicio de mi idilio con el fantasma del lago? ¿Acaso será un romance que deje huella? ¿Acaso será algo más que una idea en mi cabeza? ¿Acaso los fantasmas saben querer? No lo sé, ni me importa. Hoy soy yo con mis circunstancias, amante del lago... o más bien de su fantasma.
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