Apenas estaba amaneciendo, atrapados en el tráfico y absortos en nuestros pensamientos casi no lo notamos. Del otro lado de la avenida había un bulto oscuro sobre el pavimento, las luces de una moto lo iluminaban pobremente. Al pasar a un lado me di cuenta que se trataba de un hombre, no creo que hubiera pasado mucho tiempo desde que lo atropellaron porque aún no hacían su aparición la sábana blanca y las veladoras que quien sabe de donde surgen para el muertito. Porque estaba muerto, de eso no me queda duda, no había nadie intentando auxiliarlo, y el círculo de curiosos estaba pruedentemente retirado y con cara de asco.
Ver el cuadro me enojo tanto, sentí un coraje tan grande en contra del muerto y una gran pena por el conductor que le arrebató la vida. La 'víctima' iba vestida de color oscuro lo cual la hacía difícil de ver pero su mayor culpa fue que el accidente ocurrió a menos de una cuadra de un puente peatonal. La pinche hueva de subir el puente le costó la vida pero al conductor le costó la tranquilidad. No quiero ni imaginarme el calvario que pasará el día de hoy, no sé si la culpa lo acose, si el alma le recrimine la vida que se extinguió frente a él, o si como yo solo sienta un terrible coraje en contra de alguien que no entiende que no sólo se arriesga él, sino que arriesga a muchos más.
Cerca del Palacio Municipal de Naucalpan es común ver a la gente atravesándo por debajo del puente peatonal, adultos a veces con niños en brazos, muchas veces con niños de la camino camino a la escuela. ¿Qué pinche ejemplo le están dando? Pero eso sí, les pasa algo y se los quieren cobrar a uno como caballo pura sangre.
Sin duda el peatón merece respeto, los conductores no deben invadir las cebras, detenerse COMPLETAMENTE ante un semáforo peatonal y cederle el paso a los peatones cuando se da vuelta en una calle, pero los peatones también deben respetar a los conductores, no invadir áreas exclusivas para los vehículos y utilizar los pasos peatonales. No es sólo cuestión de respeto y convivencia, la vida está en juego.