viernes, marzo 11, 2016

El silencio de las inocentes…

Hace unos días a un imbécil se le hizo fácil levantarle la falda y bajarle los calzones a una chica en medio de la calle y a plena luz del día.
El hecho dividió a la gente en tres grupos: los que nos indignamos, los que la atacaron a ella y los que dicen que el video es actuado.

Esa misma noche, en Twitter, algunas contamos nuestras experiencias cuando fuimos víctimas de diversos ataques sexuales en la calle o transporte público.
Si bien la mayoría de los ataques ocurrieron cuando éramos jovencitas fuera de eso no hay mucho en común. Hombres bien vestidos o pandrosos, jóvenes o viejos por igual nalguearon o manosearon mujeres altas, bajitas, gordas, flacas, bonitas, feas, en pants o en minifalda, de día o de noche, igual en barrios lindos como en estaciones de metro pinches. 

El hombre que manosea a una mujer lo hace simplemente "porque puede", es un error pensar que la motivación para esos ataques sea el deseo sexual, es más las ganas de demostrar que puede hacerlo porque se le antoja y porque no hay consecuencias para su actuar. Luego irá por ahí y contará su "hazaña" a una manada de cretinos iguales a él que le aplaudirán como si fuera una gracia.

Las mujeres que hemos sido víctimas de estos ataques hemos reaccionado de formas muy distintas, a veces enojadas logramos conectar un puñetazo en el hocico del abusador o una certera patada en la espinilla, otras veces hemos sido presas de un ataque de llanto y ansiedad, algunas otras simplemente nos hemos quedado pasmadas sin entender qué, cómo o en qué momento pasó, cayéndonos el veinte  algún tiempo después.

Por eso, juzgar que el video que se presenta como prueba es falso porque "el pervertido no se comporta como pervertido y la víctima no hace un alboroto como debería hacerlo una víctima" es algo muy bajo y muy ruin.

Cuando eres víctima te cuesta muchísimo hablar del tema, tanto que, al menos en mi caso, apenas me estoy atreviendo a hablar de incidentes que ocurrieron hace muchos años.


¿Por qué no hablé antes? Porque cuando lo intenté SIEMPRE hubo alguien listo a soltarme un "pero es obvio, con esos escotes que usas cómo quieres que te respeten" o "también, quién te manda venir de falda a la universidad, ya sabes cómo es la gente" o "estás segura que no le diste entrada al tipo,  te encanta hacerte notar" o "¿estás segura que no te estás imaginando cosas?" y otra gran cantidad de comentarios similares. Te acostumbras a oírlos y te acostumbras a callar.

También están aquellos que no te creen, aquellos que creen que una inventa esas historias para llamar la atención, hacerse popular o ganar seguidores y entonces una decide que no vale la pena decirlo, es muy probable que el responsable no reciba ningún castigo pero a una le quedará la etiqueta de la puta que va provocando o la urgida de atención que se inventa historias de acoso por convivir.

Y una se calla. Pero no debería de callarse. No deberíamos tener miedo de salir a la calle pero deberíamos tener menos miedo de denunciar.

Porque está culero tenerle miedo a que un desconocido te agarre el culo, pero está más culero tenerle miedo a que tu círculo social en lugar de apoyarte te responsabilice o te ataque.

Mujer, rompe el silencio, un día seremos tantas que ni con la fuerza ni con el miedo podrán seguir callándonos.

martes, marzo 08, 2016

Un 8 de marzo más...

Hace unos días, aparecieron muertas en Ecuador un par de turistas argentinas. El caso, como muchos se han dado cuenta, ha sido uno de los que más me han afectado, quizá por sentirlo terriblemente cercano. Así que mi reflexión de hoy va por ustedes Marina y María José, levantando la voz para sumarme a tantas otras voces alrededor del mundo, esperando que pronto seamos tantas que no puedan callarnos.

No es secreto para nadie el "pleito casado" que traigo en contra de lo que algunas llaman "lenguaje inclusivo" o "lenguaje feminista" y es que me parece francamente ridículo escribir estupideces como: cuerpA, mentA y corazonA. O "todes" (que al menos sabría cómo pronunciar), "tod@s" o "todxs". O para todo y en todo momento hablar de niños y niñas, todos y todas, gatos y gatas, diputados y diputadas, viejos y viejas, etc.

No considero que un piropo, así sea el más guarro del mundo, sea un ataque hacia mí como mujer. Yo lo tomo como simple y llana libertad de expresión. Y es que sí, la gente tiene derecho a decir lo que le venga en gana, así sea desagradable, idiota o falso. El que una persona random en la calle grite todo lo que se le antojaría hacerme puede ser incómodo la mayoría de las veces, porque no los conocemos ni nos sentimos atraídas por ellos, porque esas mismas cosas (y otras peores) pueden ponernos supracachondas si son dichas en el momento adecuado por un alguien que nos alborota los malos pensamientos y los más sucios deseos. So, no se trata de lo que digan o dejen de decir. Cualquiera tiene derecho a decir, a pedir o a fantasear, pero tiene la obligación de aceptar un no como respuesta.

Hasta aquí, las palabras pueden incomodarnos (a algunas, porque también hay que decirlo hay mujeres, muchas, que disfrutan saberse deseadas y a las que lejos de incomodarles los gritos o silbidos esas manifestaciones las halagan) pero no representan un riesgo real para nosotras. La mayoría de los hombres que acostumbran hacer eso son como los perros que ladran y corretean autos, si un día lo alcanzan no sabían qué hacer.

Pero ¿cuáles palabras sí representan un riesgo para nosotras? La respuesta es chocante y odiosa. Las palabras que más nos dañan son las que sueltan otras mujeres, sus juicios, sus críticas y su intolerancia. Esto es especialmente cierto si esa otra mujer es madre y está criando hijos que van replicar esas nocivas ideas. Recuerden que los "machos" no crían hijos, son las mujeres machistas las que crían a los futuros hombres y mujeres machistas.

Mucho hemos escrito acerca de exigirle a los hombres que nos reconozcan nuestros derechos, pero siento que hemos equivocado el enfoque, loro viejo no aprende a hablar. Si en el futuro queremos un mundo más justo y equitativo tenemos que empezar por convencer a las mujeres de que dejen de educar mujeres "que se den a respetar" o "que se cuiden" para comenzar a educar personas, sin distingo de género, que respeten a otras simplemente por ser personas.


Este ha sido el post que más trabajo me ha costado escribir en la historia, pero creo, que al final pude expresar eso que me tiene tan molesta.

miércoles, marzo 02, 2016

Arne, el troll del periscope

Allá en los lejanos años de los foros, especialmente esos con temas políticos, la figura del troll era una poderosa y muy apreciada herramienta para abrir la discusión, les explico:

Muchísimas veces, para ser aceptada, la gente va matizando su opinión para no romper, por decirlo de algún modo, con la opinión de la mayoría de los participantes en el grupo. De ese modo, un foro de política termina convirtiéndose en un foro de cierta corriente en el que todos los participantes sólo se dedican a darse la razón y besarse sus traseros dejando de lado el análisis crítico de sus ideas. Y esto pasa tanto en la izquierda como en la derecha.
¿Para qué servían los trolles? Al llegar y presentar una idea completamente extrema hacia un lado o hacia el otro, abría, por decirlo así, el espectro de ideas que se podían discutir. A muchos les daba valor para expresar un punto que, si bien se alejaba de la media, no era ni por asomo tan radical como el que el trollcito acababa de poner sobre la mesa. Y así, mágicamente, se pasaba de ser un extremista a estar en el punto medio y muchas ideas, antes intocables, eran cuestionadas.
Ya luego se perdió ese tipo de trolleo en el que se llegaba a lanzar ideas radicales, pero ideas al fin, y la gente empezó a llamar trolles a quienes simplemente llegaban a insultar sin aportarle nada a la discusión y el llamado "trolleo fino", la puya inteligente y el comentario fuerte pero acertado comenzaron a desaparecer. Pasamos de la confrontación de las ideas a la confrontación de las personas y comenzamos a valer madre.

Ayer alguien me comentaba de Arne, el polémico City Manager de la delegación Miguel Hidalgo, se había convertido en un troll. Esto después del incidente con Genaro Lozano. Yo le respondí que Arne siempre había sido un troll, pero de esos trolles de los que hablaba al principio, de esos que irrumpen con una idea que nos incomoda y nos obliga a abrir el debate, de esos que nos señalan que hay un universo de formas más allá de lo buenaondita y políticamente correcto.
Como sociedad deberíamos dejar un poco de lado el chisme de lavadero, dejar de hablar de las personas y comenzar a debatir sobre los temas, desde mi perspectiva mucho más interesantes, que han salido a raíz de todo esto:

  • La transparencia en el diario actuar de nuestros funcionarios.
  • La ventaja o desventaja de la inmediatez del conocimiento de dicho actuar.
  • El influyentismo y la inacción de las autoridades.
  • El papel de las nuevas tecnologías en el quehacer público.
  • La forma de que nuestras leyes no se queden tan atrasadas ante el desarrollo tecnológico.
  • La existencia o no de la privacidad en el espacio público.
  • La responsabilidad de los ciudadanos de cumplir con sus obligaciones.
  • El desconocimiento de las facultades de cada nivel de gobierno y la correspondiente exigencia inútil ante las instancias equivocadas.
  • El derecho de los ciudadanos de exigirle a la autoridad que cumpla con su trabajo.
  • La obligación o no de un funcionario de aguantar, sin contestar, todo tipo de ataques e insultos.
  • La urgencia de transparentar las pautas publicitarias del gobierno.
Y así le podemos seguir, pero en lugar de eso tenemos una inútil discusión acerca de si fulano se está promoviendo o si no quiero que me exhiban cuando me estaciono como imbécil... y todo sin mayor argumento que el que me caiga bien o mal uno u otro actor.