martes, febrero 15, 2011

Los sinsentidos del sueño.

Si los ojos son la ventana al alma me queda clarísimo que los sueños son la puerta. Nada puede desbalancearme más un día cualquiera que un mal sueño. Y los malos sueños no son necesariamente pesadillas llenas de monstruos horribles, los malos sueños pueden ser incluso hermosas estampas de algo que ya no está.

La simbología en mis sueños se ha ido 'puliendo' con los años, adquiriendo nuevo símbolos y reinterpretando otros. Mis sueños me hablan aunque no les entienda, mis sueños deben tener sentido en algún nivel o desde alguna perspectiva.

Quizá "algún día" acabe de entender el sueño de anoche, por lo pronto lo dejo aquí al no encontrarle un mejor lugar. No buscando respuesta, simplemente aguardando.

Estoy sentada en un prado verde, viendo a lo lejos algo que parece un lago de cristal. Una nube gris aparece en el horizonte y comienzan a llover diamantes azules. Las piedras golpean mi rostro, lo cortan, se clavan en mi piel. Veo en el suelo una sombra que se acerca a mi, me cubre con una gruesa capa morada pero no me muestra su rostro.
Todo parece detenerse y cuando me destapo la cara me encuentro en un gran salón con decoraciones plateadas y un brillante piso de cuadros blancos y negros. En el piso, junto a mi hay un trebejo, un caballo negro. Lo tomo en mis manos y lo guardo en la bolsa de mi chamarra. Comienzo a caminar y llego a lo que parece ser una estación de tren.
No hay nadie más, o mejor dicho no se ve nadie más pero siento una respiración muy cerca. Mi corazón se acelera pero no encuentro a nadie. De pronto al llegar el tren siento como si un abrazo frío me rodeara, como si un fantasma me abrazara. El tren abre las puertas y yo sólo puedo ver un vagón lleno de libros, sin espacio para ninguna persona.
Doy media vuelta y llego a una especie de invernadero lleno de orquídeas, me siento en una piedra a ver el agua de una fuente caer. El agua se tiñe de rojo y recuerdo las heridas de mi rostro. Busco un cristal para reflejarme y veo las marcas en mi piel, si no las toco no duelen, pero por alguna razón extraña disfruto pegar mi cara al vidrio.
Me descubro llorando con una mano en la ventana mientras la neblina baja y envuelve todo.
Se acercan unos desconocidos con unos planos que hay que aprobar, cuando extiendo la mano para tomarlos caen gotas de sangre sobre el papel lo que parece alegrar a los desconocidos que rápidamente recogen todo y desaparecen.
Camino 3 pasos y me siento en un sillón con un pequeño libro, un te chai en la mesita y junto uno de esos marcos electrónicos pasando fotos de mucho tiempo atrás.

Ok, ahí queda el sueño. Nunca dejarán de sorprenderme los sinsentidos del sueño.

4 comentarios:

tonymoca dijo...

No soy un experto en sueños, para nada, pero he oido que aquellas personas que sueñan con libros es porque tienen exceso de trabajo, y bueno por consiguiente recibirá alguna buena oferta o buena remuneración económica, no lo sé, eso dicen, ya nos dirás cual de las dos será.

Saludos!

Rogelio Segovia dijo...

la sinrazón de los sueños

Hombres metodo de Empleo dijo...

Y que son acaso esos ojos lo unicos que ven, acaso la piel no ve.

Anónimo dijo...

hola