Me gustabas mucho,
con tu mirada profunda y tu pelo enmarañado,
con tus brazos fuertes, como para separar montañas,
con tu sentido del humor, extraño y retorcido,
con la mente ágil que me retaba, intrigaba y fascinaba,
con ESA sonrisa abierta que congelaba el mundo y me robaba suspiros,
con tus pasos, tus paseos y tus fotos,
con tu habilidad de hacerte presente en un cielo azul, el azote del viento o la dulzura de un pastel,
y con todo aquello que sin conocerlo, imaginaba.
Me gustabas mucho,
como me gusta el café por las mañanas.
Pero yo,
yo, no te gustaba tanto.
1 comentario:
Ayñ
Publicar un comentario