Tendría yo unos 18 años cuando lo conocí. Recuerdo que ese día fue la primera vez que me fui de pinta (ya estaba en la universidad) y la emoción del riesgo se unió al entusiasmo de mi descubrimiento lo que generó que mi corazoncito se entregara por completo.
Me gusta creer en las historias que la gente cuenta, sobre todo si esas historias dicen que el amor fue recíproco que me aceptó con la misma pasión que yo sentía y que a partir de ese momento se crearía un vínculo que ni el tiempo, ni la distancia ni los hombres que hubieran en mi vida podrían disolver.
El sábado tuvimos un reencuentro, después de más de 5 años sin que mi camino se cruzara en su espacio finalmente regresé a empaparme de su aliento cálido, de su brisa suave, de su olor tan particular.
Disfruté como antaño de perderme en sus entrañas, de recorrerle sin prisa pero sin pausa, de sentir como acariciaba mi piel con la pasión que solo ahí he encontrado.
Hay lugares mágicos que nos roban el alma, el corazón y los sueños, lugares que se quedan tatuados en nuestra mente completamente fusionados a nuestra escencia, lugares que significan tanto que no se puede expresar con palabras, lugares que son el gran amor de nuestras vidas. Para mi ese lugar tiene un nombre y es Malinalco.
Conocí Malinalco cuando entré a la universidad, el novio en turno me llevó a que conociera ese pueblo fantástico... hoy creo recordar que el muchacho en cuestión se llama Jorge pero que mi hermana le decía el señor perro pues amaba a los perros más que a nada en este mundo.
El día que conocí Malinalco el señor perro me llevó a una peña desde donde se podía observar completo el paisaje del pueblo y sus montañas, me contó que si la montaña te acepta te regala con el vuelo de un águila... minutos después un par de majestuosas águilas volaron sobre nuestras cabezas, el idilio había comenzado.
A lo largo de los años he regresado en muchas ocasiones a mi pueblo mágico, a veces en compañía del galán en turno, a veces con mis compañeros de clases de fotografia, a veces con mis alumnos. El sábado llevé a mi marido a que conociera a mi otro gran amor.
Siempre he pensado que algún día tendré una casa en Malinalco, que me acostaré con un libro en una hamaca en el porche de la casa mientras la tarde me arropa y el aire me embriaga.
El sábado conocimos a Martín de Malinalco, un apasionado de su pueblo, que nos obsequio una interesantísima charla de Cosmogonía Mexica, tema que me apasiona pero del que desconozco tanto pues siempre me confunde mucho cuando lo leo xD, disfrute su charla mientras el viento me revolvía el cabello. Tengo que volver y sentarme a escucharlo tardes completas, que nuevamente el sonido de su caracola erize mi piel como el sábado.
4 comentarios:
Alletta
Hace como cinco años que no voy por allá; pero a mi tyambién me aprece así como dices: un lugar mágico
Saluditos
Malinalco es un pueblo emblemático en verdad y el señor perro lo sabía, jaja.
Oye, tu playera de Alicia cuadra perfecto con tu blog.
Saludos!!
Alletta
No sé si hoy hagas post, pero como voy a la oficina y allá no tengo chance de bloguear, desde ahorita te dejo un fuerte abrazo, deseándote un excelente año 2009.
Gracias por tus visitas a mi blog.
Un beso
Marichuy
PS Si vas al lago a tirar tu tiricia, por ahí echas unos pétalos de mi parte.
.....te he descubierto..y no me alejare mucho.Yo tengo mi pueblo magico, se llama Cuetzala, en Gro.
son parecidos en la majestuosidad de paisaje y vida...y qiza es mucho mas Cuetzala, por estar mas alejado, de esto q llamamos "Civilizacion"...
Te dejo un besillo
Maclovia_piero@hotmail.com
Culiacan, Sinaloa
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