Allá en los lejanos años de los foros, especialmente esos con temas políticos, la figura del troll era una poderosa y muy apreciada herramienta para abrir la discusión, les explico:
Muchísimas veces, para ser aceptada, la gente va matizando su opinión para no romper, por decirlo de algún modo, con la opinión de la mayoría de los participantes en el grupo. De ese modo, un foro de política termina convirtiéndose en un foro de cierta corriente en el que todos los participantes sólo se dedican a darse la razón y besarse sus traseros dejando de lado el análisis crítico de sus ideas. Y esto pasa tanto en la izquierda como en la derecha.
¿Para qué servían los trolles? Al llegar y presentar una idea completamente extrema hacia un lado o hacia el otro, abría, por decirlo así, el espectro de ideas que se podían discutir. A muchos les daba valor para expresar un punto que, si bien se alejaba de la media, no era ni por asomo tan radical como el que el trollcito acababa de poner sobre la mesa. Y así, mágicamente, se pasaba de ser un extremista a estar en el punto medio y muchas ideas, antes intocables, eran cuestionadas.
Ya luego se perdió ese tipo de trolleo en el que se llegaba a lanzar ideas radicales, pero ideas al fin, y la gente empezó a llamar trolles a quienes simplemente llegaban a insultar sin aportarle nada a la discusión y el llamado "trolleo fino", la puya inteligente y el comentario fuerte pero acertado comenzaron a desaparecer. Pasamos de la confrontación de las ideas a la confrontación de las personas y comenzamos a valer madre.
Ayer alguien me comentaba de Arne, el polémico City Manager de la delegación Miguel Hidalgo, se había convertido en un troll. Esto después del incidente con Genaro Lozano. Yo le respondí que Arne siempre había sido un troll, pero de esos trolles de los que hablaba al principio, de esos que irrumpen con una idea que nos incomoda y nos obliga a abrir el debate, de esos que nos señalan que hay un universo de formas más allá de lo buenaondita y políticamente correcto.
Como sociedad deberíamos dejar un poco de lado el chisme de lavadero, dejar de hablar de las personas y comenzar a debatir sobre los temas, desde mi perspectiva mucho más interesantes, que han salido a raíz de todo esto:
- La transparencia en el diario actuar de nuestros funcionarios.
- La ventaja o desventaja de la inmediatez del conocimiento de dicho actuar.
- El influyentismo y la inacción de las autoridades.
- El papel de las nuevas tecnologías en el quehacer público.
- La forma de que nuestras leyes no se queden tan atrasadas ante el desarrollo tecnológico.
- La existencia o no de la privacidad en el espacio público.
- La responsabilidad de los ciudadanos de cumplir con sus obligaciones.
- El desconocimiento de las facultades de cada nivel de gobierno y la correspondiente exigencia inútil ante las instancias equivocadas.
- El derecho de los ciudadanos de exigirle a la autoridad que cumpla con su trabajo.
- La obligación o no de un funcionario de aguantar, sin contestar, todo tipo de ataques e insultos.
- La urgencia de transparentar las pautas publicitarias del gobierno.
Y así le podemos seguir, pero en lugar de eso tenemos una inútil discusión acerca de si fulano se está promoviendo o si no quiero que me exhiban cuando me estaciono como imbécil... y todo sin mayor argumento que el que me caiga bien o mal uno u otro actor.
5 comentarios:
Divertido y acertado artículo, doña Alletta. No le conocía la vena bloggera. Pensé que se limitaba a los 140 caracteres de Twitah...
Ya se me hacía que las redes se estaban volviendo más estúpidas.
Hola me gusto mucho tu post. Sin embargo la facilidad de leerlo por tu diseño deja mucho que desear. Ojala pudieras poner un diseño más claro. Un saludo
La verdad, tiene Usted toda la razón, hemos creado una sociedad en la que los temas pasan a segundo plano, y las "críticas", en su mayoría, están dirigidas a los personajes, ejemplos actuales sobran.
También para mi es interesante leerte más allá de los caracteres del twitter. Y no se si definir o utilizar el concepto de troll sea lo correcto pero puedo decir que tienes razón al mencionar que cuando alguien saca a la luz los temas incómodos o que no son políticamente correctos o aceptados, causa ruido y más si hace partícipe a un grupo amplio de la población para que "opine". La discusión de lo público y lo privado tiene muchas aristas, pero no debemos olvidar que cuando lo privado afecta a lo público no puede ni debe ocultarse; el beneficio de uno o unos no puede mantenerse en detrimento de todos.
Saludos berenjena.
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