Es sorprendente la cantidad de cosas que podemos hacer cuando no sabemos que no tenemos la capacidad de hacerlo. Cuando simplemente nos aventamos al vacío con los ojos cerrados y los brazos abiertos para remontar el vuelo, un vuelo que termina justo en el momento en el que abrimos los ojos, volteamos hacia el piso y nos damos cuenta que no tenemos alas y de que es imposible que volemos. En ese momento dejamos de 'caer con estilo' y nos desplomamos hacia el piso.
Creo que no hay mejor ejemplo de ello que el primer amor. Cuando nos enamoramos por primera vez lo entregamos todo, de forma absoluta, sin reservas, damos más de lo que tenemos y nos volcamos en el otro. Como nadie nos ha dicho que no podemos hacer eso, simplemente lo hacemos.
Del primer amor se pueden escribir muchas cosas, por lo general es motivo de las más grandes alegrías, las más intensas pasiones y los más terribles dolores. Ya después nada es igual.
Para muchos el primer amor se da cuando somos muy jóvenes, eso marca definitivamente nuestras relaciones posteriores, a veces para bien y otras para mal. En algunas ocasiones el primer amor llega tarde, quizá sean esas personas las más afortunadas.
Cuando va pasando el tiempo y vamos acumulando conocimientos y experiencias es cada vez más complicado que hagamos algo, así, sin saber que no podemos hacerlo. Procuramos anticipar la razón al instinto y vamos acotando cada día lo que sabemos que podemos hacer sin intentar lo que no tenemos seguro. Llegamos a una zona de confort y nos estacionamos ahí mientras vemos pasar la vida.
El fin de semana vi a mis hermanitos del kinder-primaria, en algún momento me quedé aparte con uno y medio en susurros hablábamos de nosotros. Nos vimos a los ojos y comprendimos que nos entendemos muy bien, hay cosas que hablamos, pero hay otras que sabemos sin necesidad de expresarlas. En sus ojos claros vi reflejada a la que fui hace muchos años, a la jovencita que pensaba que el mundo no tenía fronteras y eso me sacudió.
Después de eso he estado pensando en muchas cosas, muchas personas y muchos fantasmas se han hecho presentes en mi mente. Pero si hay algo que no ha dejado de dar vueltas y vueltas en mi cabeza es un recuerdo tonto de hace muchísimos años:
Él estaba echado en la hierba, yo a su lado con la mitad de mi cuerpo y mi cabeza sobre él para evitar mi alergia al pasto, nuestras mochilas a un lado. El clima tibio, ni un calor sofocantes ni un frío insoportable, la brisa de la tarde nos acariciaba. Nos quedamos dormidos, no sé cuánto tiempo. Él despertó primero, a mi me despertaron sus manos acariciándome el pelo. Abrí los ojos y volteé a verlo. Ambos sonreímos. Él me dijo: "No sabes cuanto me gustó que al abrir los ojos lo primero que vi fue a ti". Nos besamos.
Fue la única vez que nos vimos despertar. Claro en ese momento yo pensaba que en el futuro despertar al lado de él sería lo normal. Pensaba que todo era posible, que estábamos juntos y nada más importaba. Siempre he pensado que ese es mi recuerdo más feliz. Ese que evocaría para llamar a mi patronus. El momento por el que todo siempre había valido la pena. Es un instante detenido en el tiempo, un instante en el que yo pensaba que cualquier cosa era posible, un momento en el que éramos eternos y sentíamos que lo nuestro sería eterno. Poco tiempo después, muy poco, terminamos. No hubo eternidad juntos ni guerras ganadas. Sólo quedaron recuerdos.
Con el paso de los años ese recuerdo se volvió lo más importante. Al principio volvía a él con ira, maldiciendo mi ingenuidad y estupidez, quizá eso ayudó a que se grabara de forma permanente en mi mente mientras tantas otras memorias se perdieron para siempre. Después de algunos años ese recuerdo se volvió el símbolo de todo lo bueno que tuvo esa época. Mi momento feliz, el momento en el que no consideré ningún factor externo para crear una certeza. Hoy, ese recuerdo es mi ancla y mi vela. Resultó, que después de todo fue real pues es eterno, sigue acudiendo a mi cuando lo llamo, sigue envolviéndome por completo. Ese par de jovencitos echados en la hierba son eternos aunque ya no existan. No sabían que podían volverse eternos, no sabían que estaban sujetos a las reglas del tiempo y del espacio y como no lo sabían hicieron posible lo imposible y hoy flotan, en el infinito, intocables por nada, viéndose con los ojos recién abiertos y sonriendo.
Quiero volver a intentar algo que no sea capaz de hacer sin saberlo, quiero volver a demostrarle al mundo que el imposible es sólo un punto de vista.
5 comentarios:
Yo creo que este post es sumamente emotivo, ya que permite reconoser muchos de los sentimientos más profundos que tiene el corazón con respecto a la persona que uno ama.
Como creo que eres una mujer de lo más romántica, amiga, a lo mejor te puede interesar esta pagina que también puedes escuchar baladas y más cosas de esas que simbran el corazón.
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Espero que te guste y me dio mucho gusto leerte! Y qué linda es la foto de tu perfil!
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me encantó el blog... me hace reflexionar en lo que ha sido mi vida hasta el día de hoy y despúes de cuarenta años de inútil existencia... espero comunicar lo que sucede aquí muy adentro... una oportunidad más es lo único que espero...
Algo me mueve por dentro al leerte, espero volver pronto y poder platicar más contigo, en verdad creo que eres una mujer muy especial y sumamente emocional. gracias por leer este breve comentario.
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