Un paseo por las nubes

El día amaneció con bancos de niebla por toda la ciudad. El lago estaba cubierto por una densa capa de nubes que se veían suaves como de algodón, pero la hora y mi sentido común me indicaron que no era momento de ir a corretear por la orilla. Avanzábamos sin mucho tráfico pero al tener la visibilidad reducida tuvimos que manejar a baja velocidad, yo iba "copiloteando" así que podía perderme en las calles blancas y las siluetas de los cerros al fondo.

Llegamos a la autopista, la misma historia, Madin cubierta por nubes de varios tonos, el frío de la neblina se sentía dentro del carro, mi mento no tardó en imaginarse en un viñedo bajando el calor a las uvas para salvarlas de la helada, a mi lado mi esposo pensaba en escenas distintas de caminos neblinosos.

Antes de que abrieran la nueva salida de la autopista y como las curvas de Madin nunca nos gustaron mucho solíamos bajar por los panteones. Una chinche carreterita de un carril de subida y uno de bajada llena de huecos (más de subida que de bajada, mi cuñado decía que era normal pues por ese camino suban más de los que bajan) con panteones de lado y lado. En días como hoy la imagen es realmente extraña, pues la oscuridad de "aún-no-amanece-del-todo", la neblina cubriendo todo el panorama, unas cuantas siluetas de tumbas que se recortan en el paisaje y mi esposo poniendo ruido blanco en el radio para aumentar el dramatismo del momento.

Sin duda cuando las nubes tocan el suelo podemos optar por un empalagoso romanticismo o por una escalofriante escena de suspenso.