martes, marzo 08, 2016

Un 8 de marzo más...

Hace unos días, aparecieron muertas en Ecuador un par de turistas argentinas. El caso, como muchos se han dado cuenta, ha sido uno de los que más me han afectado, quizá por sentirlo terriblemente cercano. Así que mi reflexión de hoy va por ustedes Marina y María José, levantando la voz para sumarme a tantas otras voces alrededor del mundo, esperando que pronto seamos tantas que no puedan callarnos.

No es secreto para nadie el "pleito casado" que traigo en contra de lo que algunas llaman "lenguaje inclusivo" o "lenguaje feminista" y es que me parece francamente ridículo escribir estupideces como: cuerpA, mentA y corazonA. O "todes" (que al menos sabría cómo pronunciar), "tod@s" o "todxs". O para todo y en todo momento hablar de niños y niñas, todos y todas, gatos y gatas, diputados y diputadas, viejos y viejas, etc.

No considero que un piropo, así sea el más guarro del mundo, sea un ataque hacia mí como mujer. Yo lo tomo como simple y llana libertad de expresión. Y es que sí, la gente tiene derecho a decir lo que le venga en gana, así sea desagradable, idiota o falso. El que una persona random en la calle grite todo lo que se le antojaría hacerme puede ser incómodo la mayoría de las veces, porque no los conocemos ni nos sentimos atraídas por ellos, porque esas mismas cosas (y otras peores) pueden ponernos supracachondas si son dichas en el momento adecuado por un alguien que nos alborota los malos pensamientos y los más sucios deseos. So, no se trata de lo que digan o dejen de decir. Cualquiera tiene derecho a decir, a pedir o a fantasear, pero tiene la obligación de aceptar un no como respuesta.

Hasta aquí, las palabras pueden incomodarnos (a algunas, porque también hay que decirlo hay mujeres, muchas, que disfrutan saberse deseadas y a las que lejos de incomodarles los gritos o silbidos esas manifestaciones las halagan) pero no representan un riesgo real para nosotras. La mayoría de los hombres que acostumbran hacer eso son como los perros que ladran y corretean autos, si un día lo alcanzan no sabían qué hacer.

Pero ¿cuáles palabras sí representan un riesgo para nosotras? La respuesta es chocante y odiosa. Las palabras que más nos dañan son las que sueltan otras mujeres, sus juicios, sus críticas y su intolerancia. Esto es especialmente cierto si esa otra mujer es madre y está criando hijos que van replicar esas nocivas ideas. Recuerden que los "machos" no crían hijos, son las mujeres machistas las que crían a los futuros hombres y mujeres machistas.

Mucho hemos escrito acerca de exigirle a los hombres que nos reconozcan nuestros derechos, pero siento que hemos equivocado el enfoque, loro viejo no aprende a hablar. Si en el futuro queremos un mundo más justo y equitativo tenemos que empezar por convencer a las mujeres de que dejen de educar mujeres "que se den a respetar" o "que se cuiden" para comenzar a educar personas, sin distingo de género, que respeten a otras simplemente por ser personas.


Este ha sido el post que más trabajo me ha costado escribir en la historia, pero creo, que al final pude expresar eso que me tiene tan molesta.

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