martes, noviembre 02, 2010

¿Renovarse o morir?

El sábado teníamos boletos para "El día de la princesa" de Disney. Seguíamos en el mood de festejo de los 5 años de matricidio, así que decidimos asistir.

Era la presentación del Blu-ray de La Bella y la Bestia, una película que en las últimas semanas me ha estado rondando mucho las ideas. La proyección sería en el Metropolitan, que es uno de mis escenarios favoritos (¿les he contado que baile tango en ese escenario hace mucho años?)

Llegamos a buena hora, había una gran manada de humanos que pastoreaban a sus larvas por la calle queriendo agandallarse obtener una de las coronas que Toyota regalaba. Teníamos boletos numerados, así que no nos preocupó mucho el aperre, así que decidimos desayunar algo antes de entrar (además no habían abierto las puertas aún).

Cruzando la acera, mustiamente ubicada estaba algo que ostentaba el nombre de "Cafetería Metropolitan". Poner un pie en su interior fue como regresar a 1950-1960. Era como si el tiempo se hubiera detenido en ese lugar. Todo estaba rodeado de una magia especial. Desde la cafetera hasta la máquina para hacer malteadas, el mostrador, las sillas y los ruquitos que siendo dueños del lugar no perdían detalle de lo que ocurría en las mesas. Pedí una malteada de chocolate y un bolillo planchado, ¡qué cosa más deliciosa!

Un lugar barato, en el que se come delicioso y rodeado de la magia del pasado. Ya así, de una se ganó un lugar en mi top de lugares para visitar en el centro.

El Teatro Metropolitan es uno de mis foros favoritos, me parece hermoso, de hecho poco importa el evento al que asista si puedo perder un rato embobada en sus columnas y clavada en sus detalles.

Después fue caminar por el centro, ver la ofrenda en el zócalo e ir a buscar un conejo blanco de peluche que completara mi disfraz. Una vez que conseguí la pieza perfecta tocaba elegir dónde comeríamos.

Vía twitter @elnerito me había recomendado La Hostería de Santo Domingo. Decidimos darle una oportunidad y fue una gran decisión. Festejando 150 años de existencia, ese lugar nos obsequió con una atmósfera espacio suspendido en el tiempo, comida deliciosa y ambiente insuperable. Me tocó ver la danza no planeada de los meseros que por no chocar ejecutan una complicada coreografía en los angostos pasillos. Lugar con historia, con sabor, con fuerza de antaño.

Salí encantada del centro, recordando mi idilio con sus calles, pensando en que prefiero mil veces un lugar con historia al restaurante de moda, reafirmando mi gusto por las cosas simples, por los detalles que perduran.

Para mi no es cuestión de renovarse o morir, para mi es cosa de encontrarse, identificarse y ser fiel a tu propia esencia. Para mi no es cuestión de formas sino de fondos.

2 comentarios:

Rogelio Segovia dijo...

la magia de quedar suspendida en tus raices, tu pasado.

Juan de Lobos dijo...

El saber lo que fuiste te ayuda siempre a comprender lo que eres y a saber lo que serás.
¿Sigues en el País de las Maravillas?