martes, marzo 09, 2010

En silencio

Hoy descubrí que es aquello que me falta, aquello que extraño tanto, aquello que no identificaba pero sabía necesitaba. Añoro tener a mi lado a alguien con quien compartir el silencio, alguien que no se sienta forzado a llenar con palabras el tiempo, alguien quien se sienta cómodo junto a mi sin emitir palabras.

Hace muchos años descubrí ese sencillo placer, tenía el corazón destrozado y llegué a casa de mi mejor amigo, abrió la puerta y me abrazó con fuerza, entramos en su casa y nos sentamos en la alfombra junto a una ventana. Afuera llovía, empezamos a hablar de cosas sin importancia, en un momento el nudo en mi garganta me impidió seguir hablando, nos vimos en silencio un rato y después cada uno se clavo en ver como la lluvia caía sobre el jardín. Así pasamos un par de horas, yo a ratos llorando y a ratos riendo de mi suerte, él a un lado, en silencio. Se levantó, bajó a la cocina y subió con café para los dos. Apenas murmuré un gracias y volví a lidiar con mis demonios. Un par de veces me alborotó el cabello, me besó la frente o me aventó bolitas de papel. 

Después de ese encuentro salí mucho más tranquila, me despedí con un fuerte abrazo, lo miré fijo a los ojos y cuando estaba a punto de arrancar el carro me dijo "Nunca había encontrado a alguien con quien fuera tan chingón compartir el silencio, entendí todo lo que sentiste y no hicieron falta las palabras".

Muchas veces después de ese día tuvimos 'citas mudas', así compartimos tristezas y felicidades, y casi siempre que nos veíamos guardábamos unos minutos para estar juntos en silencio. Y ese silencio era tan rico, tan complejo, tan profundo y tan íntimo que se volvió parte importantísima de mi vida.

Hace mucho que él ya no está cerca de mi y sumergida en la urgencia de la rutina no me había dado cuenta que había perdido esa parte. Esa complicidad de compartir el silencio no la he encontrado con nadie nunca más, invariablemente todo mundo trata de llenar con palabras el tiempo que compartimos, cuando hay veces que lo único que yo desearía es sentarme en silencio sabiendo que no estoy sola. Pero si una no tiene ganas de hablar siempre hay drama pensando que el silencio es por enojo, cuando puede ser por tantas cosas, incluso por una gran felicidad que me deja sin palabras.

Y lo extraño, extraño tanto un bulto tibio y silencioso en días como hoy.

6 comentarios:

Paco Calderón dijo...

[Alboroto tu cabello, y ya]

Anónimo dijo...

cómprate un perro (o un gato o un perico) y entrénalo para que te lleve el café

chilangoleon dijo...

gracias=por=saludos=en=podcast=apenas=
ayer=escuche=el=de=Alicia=a=ver=si=
maniana=puedo=escucharlo=en=vivo=chale

Kix dijo...

Y sí, aunque a veces también es bueno desahogarse...

Un abrazo Alletta!

Oscar Chavira dijo...

Sé por experiencia propia la necesidad de una terapia de silencio. Cuento aun con una persona así, hace lo que hacen los curas en el confesionario, escucha atentamente, pero al contrario que los sacerdotes, no me juzga, ni se pone a darme terapia proponiéndome caminos o haciéndome mil preguntas para que encuentre lo que debo de hacer. Solo calla. Y eso es lo mejor que puede hacer.

Amiga Alleta espero que encuentres otro amigo confesor.

Alletta dijo...

paco: lo hacía a menudo sniff!

anónimo: por eso amo a mi perro, pero el café aún no le sale bien ;)

Chilangoleon: espero hoy sí me escuches

kix: para desahogarme tengo el blag y el twitter xD Abrazo de vuelta

oscar: gracias, aprovecha que cuentas con esa persona, yo seguiré buscando